Viajar sin prisas: El viaje lento gana adeptos

¿Has estado tan ocupado que alguna vez has olvidado lo que hiciste ayer? 

Si es así, no está solo. La vida puede ser tan frenética, tan repleta de cosas que hacer y lugares en los que estar, que nos cuesta seguir el ritmo.  

Todo tira de nuestra atención; nuestras listas de tareas pendientes parecen crecer sin cesar, las frustraciones aparecen y desaparecen, y el tiempo pasa como un borrón, a menudo sin que nos demos cuenta. Cuanto más ocupados estamos, más parece acelerarse el tiempo.

Y, por desgracia, ese estado de ánimo puede afectar a nuestros planes de viaje. Quizá por eso cada vez más gente viaja de forma más intencionada y deliberada. 

Después de que una pandemia nos impidiera explorar durante un tiempo, parece que hemos despertado la alegría de viajar despacio. Frente a la mentalidad go-go-go que impregna la vida cotidiana, muchos hemos optado por descubrir los tesoros del mundo a un ritmo más pausado. Tomarnos más tiempo. Ralentizar nuestro ritmo. 

En realidad, no es de extrañar: este enfoque tiene varias ventajas. En primer lugar, permite vivir experiencias más atractivas. Mientras otros viajeros se apresuran para llegar a la siguiente atracción o al siguiente destino de su lista de deseos, los viajeros lentos pueden relajarse más. En algunos casos, pueden ver menos de un destino, pero sin duda sienten un lugar más profundamente.

No sólo ofrece una experiencia global menos estresante, sino que también permite a los viajeros el lujo del tiempo; cuando su itinerario no está repleto, dispondrá de más momentos para, bueno, simplemente ver qué pasa. Explorar pueblos o barrios menos visitados, charlar con los lugareños, probar una cafetería alejada del circuito turístico y, en general, sumergirse en la cultura local. Después de todo, las grandes historias de viajes rara vez surgen de un itinerario perfectamente ejecutado. 

Esta forma de viajar evita la idea de "tachar cosas de la lista" y le invita a crear momentos de atención dondequiera que esté. Además, reducir la velocidad puede ser beneficioso para el medio ambiente, ya que permite utilizar formas de transporte más sostenibles (a pie, en bicicleta, en tren, etc.).

Chile es un destino perfecto para una escapada de relax más larga de lo habitual. El país cuenta con una gran infraestructura para este tipo de viajes, incluyendo un excelente sistema ferroviario. Y hay innumerables destinos que explorar, como la iridiscente Valparaíso, San Pedro de Atacama (puerta de entrada al desierto de otro mundo del que toma su nombre), el Parque Nacional de Chiloé y las regiones vinícolas, entre muchos otros. 

Lo mejor de todo es que puede completar cualquier itinerario slow-travel que elija con estancias en el Singular, comenzando en la cultural Santiago y culminando en la Patagonia, el legendario "fin del mundo".

Entonces, ¿por qué no explorar un poco más y disfrutar de una experiencia más profunda e intencionada? Embárcate en una aventura slow travel en Chile. No hay duda: Será inolvidable.